¿Me permitís algo más extenso? ¿algo más de tras bastidores? ¿de tareas de mantenimiento? ¿de gestión interna? ¿de adivinación?
2025 y escribir en internet
Hace un año que me mudé a Substack. Y desde entonces no mucho ha cambiado. O sí. Asomaros y juzgad.
Cuando anuncié mi mudanza en enero del año pasado, expliqué las tres razones que tenía a favor de este cambio. Dos de ellas siguen estando vigentes pero una comienza a flaquear.
A medida que leo más sobre internet y mi mirada es más crítica, me doy cuenta de que Substack no era tan mansa paloma. Hace un año, en un acto de ingenuidad febril, me atreví a afirmar que esta plataforma estaba pensada para escritores pero en primavera del 2024, habilitaron el video y le invirtieron bastante a la publicidad del streaming en vivo.
Parece evidente que detrás de esto hay una agenda de crecimiento por parte de la empresa que es Substack y aunque no hay nada intrínsicamente «malo» en ello —déjà vu — conocemos ya lo que esa trayectoria en una red social puede acarrear porque lo hemos vivido con Facebook e Instagram, por nombrar otras plataformas; la potenciación de los likes, la saturación, la rapidez, los bailes señalando palabras…
Soy cada vez más consciente, además, de que inclusive si sólo «consumes» el contenido, también para comentar dentro de una publicación como esta, estás forzada a crearte una cuenta y obligada a abrir sesión en una app con un montón de puntitos rojos — notificaciones— que no están allí por casualidad, y que transmiten una sensación de urgencia permanente que una simple carta por correo o una entrada en mi blog personal, no transmitiría.
Por otro lado, si alguien quisiera rescatar la posibilidad de ser descubierta en Substack como un gran punto a su favor, mis estadísticas de este año no dicen lo mismo. Solamente dieciséis personas nuevas han llegado aquí durante este tiempo y la mayoría — me consta— llegó gracias a que dos personas — adorables— me mencionaron en sus propias cartas. O sea, el tradicional boca a boca y no el motor de recomendaciones de Substack.
¿Es esto un reflejo de la calidad de lo que escribo? Sin duda, podría ser una lectura, sí. Y también ha sido el año donde he encontrado un cierto sistema de escritura de esta newsletter, que si bien no es infalible, me ha permitido una regularidad más cercana a la que yo desearía. Por tanto, aún sin el éxito en cifras para demostrarlo, la regularidad y la calidad están lo más próximas al máximo de lo que yo he sido capaz hasta la fecha. O como diría Snoop Dog: I wanna thank me, I wanna thank me for believing in me.
¿Planeo entonces hacer algo radical este año, como abandonar esta plataforma? ¿estoy descontenta con Substack? Sabéis que no, que soy demasiado Libra para eso. Además, la experiencia de usuaria es buena y todavía tengo muy frescos los recuerdos de Mailchimp cambiándome toda la escala de tamaños en un clic. Sin embargo, sirva esto de recordatorio de la importancia de ser suspicaces y permanecer vigilantes de los espacios virtuales donde pasamos tiempo.
2025 y registrar lecturas en internet
Recientemente me percaté de que abrí mi cuenta de goodreads en 2015 (¡!). Eso es mucho tiempo.
Para quienes no lo sepáis, goodreads es una app móvil y página web para registrar lo que lees, reseñar, calificar, hacer listas de libros, entre otras cosas. En un principio, era un proyecto independiente hasta que Amazon los compró en 2013. Yo entré allí, tranquilaza, metí mis credenciales de Facebook y nunca me pregunté quienes estaban al mando, y probablemente tampoco me hubiese importado mucho en ese entonces.
Finalmente en 2020, lo supe, pero fue la absoluta holgazanería de la gente de goodreads la que me llevó a hacer el cambio a Storygraph. Esta es una alternativa a goodreads, que en mi opinión es mil veces mejor. Vengo, por tanto, a recomendárosla.
Es una empresa fundada y dirigida por una mujer, Nadia Odunayo, que además va gestionando los bugs ella misma (junto con un equipo pequeño, supongo). Además, está en plena transformación y promete ser mucho mejor para finales de este año. Si estábais buscando una herramienta como esa u os motiva llevar un objetivo de número de páginas en vez de número de libros al año, dadle una oportunidad a Storygraph. De ahí saqué que mi 2024 también se vió así:
Tras tardarme cuatro años en mudar mi lista de «quiero leer», finalmente he dejado goodreads para siempre. El fin de una era.
2025 y vender por internet
«Hola, me lo envias el lunes»
Así, sin signos de interrogación, ni tilde, la coma fue un detalle. El atrevimiento de exigir el envío para el primer día hábil tras su compra, ya no tan gracioso.
Formar parte de la economía circular vía Vinted o Wallapop también luce así, pero aún siendo el caso, me emociona encontrarle casa nueva a pertenencias con más vidas disponibles. (De mi recorrido con Whering, que todavía sigo usando a diario, ya os hablaré más adelante)
2025 y el tiempo de pantalla
¿Cómo vamos con esto?
Yo sigo experimentado con el balance digital. He probado muchas cosas para defender lo offline de la luz azul; para seguir leyendo en la cama antes de dormir, para ver series sin la necesidad constante de mirar el móvil, para distraerme menos «por defecto».
Mi más reciente adición a la mezcla es poner en blanco y negro todo el sistema operativo después de las 9pm. Lo había escuchado hace tiempo y dudaba de su efectividad como método, pero desde que lo configuré, me está funcionando como «mano de santo». Me disuade del famoso doomscrolling porque todo se vuelve mucho menos vibrante, literalmente.
2025 y el registro
Quizás lo que no sabéis a ciencia cierta es que soy una obsesa del registro. Tal vez he dado pistas hasta ahora pero quería que no cupiera duda. También registro el dinero que gano y el dinero que gasto. Hay quienes no lo hacen porque da miedo. Otras lo hacen con miedo. Muchas personas lo hacemos y no decimos nada ni cuando da mucho miedo, ni cuando da menos miedo. Pero todas las veces que lo he hecho me ha servido.
Si nuestros algoritmos se parecen en algo y a medida que la emergencia climática empeora, pienso que veremos en el futuro más y más contenido sobre no-buy-year (año de no comprar), o shopping bans específicas (prohibiciones de compra); retos públicos que la gente realiza para mantener su consumo sostenible en contraposición a los hauls de Temu y de cantidad de productos de belleza en una misma cara que sí simulan el fin del mundo.
Aprovechando que en el huso horario voy por delante, suelo escribir a mis amigas de Venezuela —medio en broma, medio en serio — durante las primeras horas del primer día del año, diciéndoles que ya puedo vislumbrarlo y atestiguar que es un año bien avenido.
Con cada año que pasa me doy cuenta del peso de esta costumbre que yo misma me impuse y de que asegurar tal cosa es una práctica temeraria, siendo que además, la reseña definitiva será multifactorial y totalmente subjetiva para cada una, pero hay ocasiones que ameritan arriesgarse a ser optimista.
Un placer leerte Adriana! Estés en la plataforma que estes tus textos y tu mirada de las cosas siempre me acompaña.
Hola. Te empecé a seguir a través de la Repunantinha, muy random. Admiro mucho la constancia que se necesita para hacer un newsletter; yo no aspiro a tanto, pero por personas como tú es que me empujo a mí misma a escribir MÁS. En fin, quería dejar constancia de mi existencia porque a veces te leo, y aunque no nos conozcamos en absoluto y seamos de países totalmente lejanos, se ha dado que yo estoy viviendo en BCN y tú estás aquí también, y nos gusta escribir y hacer talleres... genialidades de internet.