Después de dos años de descanso, hemos vuelto a empezar a ver Friends. No sé si he mencionado alguna vez que de manera recurrente siempre estoy viendo Friends o las Gilmore Girls, que las tengo en rotación constante, a veces las dos al mismo tiempo. Y cuando no, es The Office. La razón por la que descansé dos años de la primera es porque prácticamente ya puedo recitarla en voz alta.
El episodio piloto de Friends es un episodio muy sólido, donde ya delinean bien quiénes son los personajes y sus antecedentes. Y mi parte favorita de recitar, en ese capítulo, es cuando una Rachel recien fugada de su boda, le dice a su padre: «It’s like all my life everyone’s told me, You’re a shoe! You’re a shoe! You’re a shoe! You’re a shoe! Well, what if I don’t want to be a shoe?»
(«es como si toda mi vida me han dicho, ¡eres un zapato!, ¡eres un zapato!, ¡eres un zapato!, ¡eres un zapato!, bueno ¿y qué si no quiero ser un zapato?»)
En el mismo episodio, tenemos además la frase joya del guión, tatuaje necesario para personas en recuperación de la sobrecomplacencia, que nos suelta una sabia Phoebe, así como si nada: «me encantaría pero no me apetece» («I wish I could but I don’t want to»)
Por otra parte, aunque igualmente sólidos los personajes y la historia, en el episodio piloto de las Gilmore Girls, me divierte reparar en las cosas que no se mantuvieron como por ejemplo un Mick, operario de internet por cable que se convertirá en el adorablemente extraño, Kirk, con muchos otros trabajos. También, ciertos planos desde abajo, muy típicos de las películas de comedia de los noventa —como Home Alone — y que se pueden observar hasta en el cuarto capítulo de la serie cuando Luke y Sookie se pelean por servir la comida y entrar por la puerta al mismo tiempo, en el funeral de… Cinnamon, la gata.
Esto me trae a un controvertidísimo punto que hasta ahora sólo he debatido en mi mente y es la elección de lxs traductores al castellano de llamar a esta gata Caribe en vez de Canela, que sería la traducción literal. No puedo decir que me encante. No puedo decir que soy indiferente a esta elección. No puedo decir que haya pasado desapercidiba. No puedo decir que no estoy indignada. No puedo decir que no necesite una explicación.
En mi ignorancia absoluta en cuanto a este ámbito profesional, me imagino que la traducción de películas y series debía ser un arte mucho más libre hace treinta y cuarenta años debido a que el mundo estaba menos globalizado y quizás, si eras traductora entonces, debías trabajar con un público objetivo más reducido e idiosincracias más específicas.
Por tanto, echando la mirada atrás, nos encontraremos con divertídisimas libertades creativas que se tomaron lxs traductores y que son míticamente comentadas en cientos de blogs y artículos de internet que con frecuencia incluyen Tú a Londres y yo a California, Soñando, soñando… triunfé patinando, Mi pobre angelito y Arturito.
Mi más reciente descubrimiento y favorito personalmente es el Tío Gilito, a quien yo crecí conociendo como Rico McPato. Y es favorito porque igual que Caribe, no le encuentro ningún sentido a primera vista y confirma nuestra humanidad. La humanidad de quien traduce, de quien aprueba estos nombres en una junta ejecutiva con cara seria y de quien defiende la versión con la cual está familiarizada.
¿Qué hay en la palabra «caribe» que no haya en la palabra «canela»? ¡Quién lo supiera!
La gente no se pone de acuerdo en si «más es menos» o «menos es más», incluso he escuchado decir que más es más (¡!), como si hiciera falta la aclaratoria. Tal vez sí, en algún contexto.
Sin embargo, se ve que un señor llamado Barry Schwartz, psicólogo, del que no sé nada más que eso, escribió un libro sobre «la paradoja de la elección», con subtítulo «por qué menos es más», y ahora su tesis que probablemente le costó años escribir, pasó a la posteridad sólo para explicar el fenómeno Netflix. Yo no le estoy haciendo ningún favor a Barry en este sentido.
En resumidas cuentas, lo que plantea la paradoja de la elección es que lxs seres humanxs tienden a estar menos satisfechxs con las decisiones que toman, cuantas más alternativas tengan de donde elegir. De ahí que Barry afirme lo de más (alternativas) es menos (satisfacción) y yo como que concuerdo. Como que me hace sentido el Barry. Como que me veo ahí dándole click un viernes por la tarde y entiendo perfecto lo que me quiere decir.
Para usar un término de la economía, — la gente se sale del chat— soy superconsciente de que en el hecho de ver las mismas series, está implícito un «coste de oportunidad» de no ver tantas series nuevas. Y siendo esto irrefutable, también creo nos hace más resistente al FOMO y con suerte nos da JOMO, que a pesar de sus nombres, son síndromes de verdad.
la parte sobre repetir
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Guárdate estas fechas si estás en Barcelona o cerca: sábados 9 y 30 de noviembre. Repetimos taller de lectura presencial en la librería La Repunantinha. Maximísima ilusión.
En junio se formó un grupo brillante en torno al tema de ser hijas. Esta vez cambiamos la temática pero mismo formato y espero con fervor ver a algunas de vosotras allí. El próximo lunes termino de dar todos los detalles.
(Si desde ya te interesa, escríbeme.)